martes, 22 de abril de 2025

Mikasa: El Balón Que Marcó Una Generación



Durante los recreos de los años 80 y 90, hubo un protagonista silencioso que dejó huella (literal y figuradamente) en miles de rodillas, narices y recuerdos: el balón Mikasa. Aquel esférico blanco y negro, con su textura casi de piedra y su potencia incontrolable, se convirtió en leyenda en los patios de colegio de toda España.

Diseño inconfundible

El Mikasa FT-5, el más famoso de todos, destacaba por su diseño de paneles hexagonales blancos y negros y por una textura rugosa y firme que garantizaba rebotes impredecibles. Su lema "soft bilt" parecía una ironía para quienes lo recibían de lleno en la cara. Aunque el balón decía ser "blando", era más bien un proyectil si lo chutaba el compañero con más fuerza de la clase.

El dolor compartido une

Todos recordamos al menos un pelotazo que nos dejó sin aire. El Mikasa no perdonaba: una volea mal recibida podía acabar con gafas rotas, labios partidos o lágrimas inesperadas. Pero, curiosamente, eso lo hizo aún más querido. Porque el Mikasa no era solo un balón, era parte del rito de crecer, de curtirse en el recreo, de aprender a esquivar y a disparar sin miedo.

Símbolo de nostalgia

Hoy, ver un Mikasa es volver a esos días de bocadillos de mortadela, cromos de la Liga y campos de cemento donde el árbitro era el que gritaba más fuerte. Muchos lo consideran un símbolo generacional, tanto que ha protagonizado carteles, memes y hasta camisetas con frases como "Yo sobreviví a un Mikasa".

Más que un balón, un mito

En la era de los balones ultraligeros y las botas con chips, el Mikasa sigue teniendo su sitio reservado en la memoria colectiva. Porque puede que no fuera el más moderno ni el más cómodo, pero fue el más auténtico. Y si alguna vez recibiste un pelotazo de uno, sabes bien de qué estamos hablando.





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